Hasta hace algún tiempo era posible tener una actitud crítica y burlarse de esta celebración, dudando de que existiera algo llamado independencia en un país esencialmente dependiente. Pero en la actualidad ese tipo de expresiones se han vuelto lo más común, y forman parte de la conversación de los yuppies en el gimnasio, de los empresarios en los restaurantes de lujo, de las señoras de sociedad en las máquinas del casino. Hasta las locutoras cursis las utilizan.
Es obvio: ya no podemos ser críticos (en ese sentido) sin identificarnos con toda esa gente. Por ello, en el momento actual, no nos queda más opción que gritar:
¡Viva México, hijos de la Chingada!
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